LA ENCRUCIJADA


Ha llegado el momento de la encrucijada. A todo el mundo le pasa alguna vez en su vida y ahora me toca a mi.

Es justo ese preciso instante en el que sabes que ya no puedes simplemente seguir caminando en línea recta y tiene que torcer hacia una u otra dirección. ¡Y ahí estas tú! parada sin saber que hacer y moviendo la cabeza a uno y otro lado y simulando que estás calibrando las opciones cuando, en realidad, la cantidad de ideas contradictorias que se agolpan contra tus sienes te impiden pensar con claridad.

La verdad es que la situación es complicada porque una "ceguera transitoria de doble sentido" es, exactamente, la enfermedad que tú misma te has autodiagnosticado. ¡Y es una dolencia fastidiada justo en el momento en el que una visión clarificadora te vendría más que de perlas!

Por una parte, y por mucho que fuerzas los ojos hasta convertirlos en asiáticos, no eres capaz de vislumbrar lo que hay detras de cada camino y el corazón se te angustia con esas típicas preguntas de: ¿y si escojo la puerta A y me equivoco?, ¿no me iría mejor atravesar la puerta B?. Y es que quien dijo aquello de "nunca sabes lo que te depara el destino" debía de ser, sin duda, un estudiante de quinto de carrera que no tenía muy claro si había vida después de las aulas.

Y, por si todo esto fuera poco, y como ya he dicho, llegamos al más difícil todavía aliñando la falta de visión sobre el futuro con una (esperemos que transistoria) ausencia absoluta de "imagen interna". Y, con este nuevo término médico que acabo e acuñar, y que sería la envidia del mismísimo doctor Freud, me refiero a que desde hace unos meses estás totalmente aturdida como resultado de una "resaca" más fuerte de lo que nunca hubieras pensado. Y lo peor es que ese atolondramiento te hace hacer eses al caminar y toparte con todas las paredes que encuentras a tu paso...

Así que ha llegado el momento de parar y pensar un poco o comprarte unas lentillas que curen tu dolencia antes de que te abras la cabeza contra cualquier esquina sentimental.

Las personas estamos diseñadas para una cierta continuidad, y de eso cada vez estoy más convencida. Somos seres de ideas fijas y mentes no aptas para giros bruscos por mucho que nos empeñemos en lo contrario. Las subidas que te dejan sin respiración y las bajadas vertiginosas están bien para la montaña rusa, pero una vez ponemos los pies fuera del recinto ferial a todos nos gusta saber cuál es exactamente el camino a casa y recorrerlo tranquilos sin perros furiosos ni atracadores que te asalten por el camino.

¡Vaya, acabo de descubrir otro síntoma de mi enfermedad! también me hace divagar. Así que retomaré lo que quiero explicar. Los periodos emocionantes, cargados de rayos, relámpagos y fuegos artificiales son, ¡a todas luces!, los que hacen que merezca la pena vivir, pero también tienen sus consecuencias y hay que saber sobreponerse a ellos y recolocar la adrenalina sin que te estallen las arterias una vez que han finalizado. Y yo no estoy segura de que medicación tengo que tomar para lograr eso...

Yo he vivido una de esas experiencias intensas e indescriptibles de parque de atracciones y tormenta cargada de truenos. Uno de esos años que hacen respirar, llorar y reir como si te fuese la vida en ello, que te llena de energía y te hace sentir tu humanidad en su más plena dimensión. Y tengo mis cicatrices.

La gente, en su cotidianeidad, continuidad y amor a lo rutinario, no está programada para sufrir cambios bruscos de personalidad. Todos los días vemos casos como el de aquella vecina que como un ritual día tras día riega las plantas de sus ventanas siempre en el mismo orden, con la misma jarra y con idéntica cantidad de agua sin pararse a pensar en otras opciones. O el de aquella otra que se casó con el chico de la puerta de al lado porque siempre estuvo ahí y ella llegó a no imaginarse su ordenado óleo sin él dentro del cuadro.

Por eso, a mi me está resultando tan duro. Porque yo he sido dos personas totalmente diferentes en tan sólo dos cursos lectivos y ahora ya no tengo claro con cuáles de esas cualidades y defectos que he descubierto debo quedarme. Y, lo que es peor, no sé cuáles de ellas encajan con mi actual "vida real".

¡Lo que sufro es un jet-lag a lo bestia! con el cambio de país de residencia se me han trastocado mucho más que los horarios. Al bajarme del avión en Madrid traje en el equipaje muchas cosas que no pasan la aduana de la vida vallisoletana.

Al otro lado del océano yo era más fuerte, independiente y decidida. Vivía las cosas disfrutándolas con intensidad en lugar de analizarlas y, sobre todo, dedicaba mi tiempo a exprimir el presente en lugar de hervirme los sesos cada noche haciendo crucugramas mentales sobre lo que va a ocurrir el próximo fin de semana. ¡Y todo salía mejor!

Supongo que si tienes la agenda llena de emociones no tienes tiempo para construir castillos en el aire. Los anhelos medidos sólo llegan con el tiempo libre.

Y con tantos ratos de silencio, vacíos de la algarabía, de los proyectos que llenaban antes la cocina, es muy fácil pararte a echar de menos ciertas cosas, a ciertas personas y a ciertos ojos negros.

Cuando encuentras algo que te enciende los sentidos, te arde por dentro y te convierte en una llama candente capaz de arrasar cualquier obstáculo, deja dentro de ti unos rescoldos que nunca llegan a apagarse del todo. Las brasas permanecen ahí, latentes, esperando que llegue un nuevo soplo de aire que las avive y las vuelva hacer brillar en plenitud.

Pero, como todos sabemos, el fuego es algo impaciente e incontrolable, no se le puede pedir que una vez encendido permanezca en reposo por mucho tiempo. Su instinto le hace buscar yesca a su alrededor y eso es peligroso... porque quizás en esa búsqueda intuitiva una chispa despistada encuentre una rama aparentemente seca, pero aún verde por dentro, que causa que la chispa se apague del todo al intentar prenderla.

Y es que no se puede pretender encontrar un sustituto rápido a una vigorosa hoguera en un cotidiano candil. Y justo eso es lo que me sucede a mi. El calor de un amor fuerte y abrasador aún calienta mis venas manteniendo mi sangre a una temperatura estable sin llegar a hervir.

Y desde que el fósforo que lo encendía se alejó de mi para siempre he tratatdo de buscar otro combustible para la explosión de una manera más razonada que sentida, ¡y ya se sabe que la naturaleza no funciona sin pasión!. En todos los poco recapacitados intentos (y a la vez demasiado calculados) he encontrado madera inmadura, mechas que se consumen demasiado pronto, papel mojado, alternativas sintéticas a las que les falta sabia interior.

Así que, por una parte, todas esas bengalas que me chisporrotean por dentro me hacen ser arriesgada, inconsciente y candidata ideal a cliente número uno de cualquier botiquín de primeros auxilios. Pero, por otra parte, su resplandor es mi legado. Lo que él me regaló con cada uno de sus besos, con cada caricia y con cada nota de su oscura y profunda voz y, por eso, rezo porque nunca se apaguen.

Él se fue pero yo sigo aquí y todo lo que aprendí en esa ciudad a la que tanto quiero también sigue aquí. Simplemente debo esperar a que aparezca un viento lo suficientemente fuerte como para atreverse a enfrentarse a mi hoguera y lo suficientemente estable como para permanecer alrededor de mi fuego para siempre y mantenerlo encendido.

Y ese día, con la luz de las llamas lo veré todo muy, muy claro y sabré que estoy en el buen camino. Será una antorcha capaz de iluminar el futuro que hay más allá de la encrucijada y de lacrar la herida del primer incendio del que siempre guardaré las cenizas y las sutiles quemaduras que me dejó en la piel.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Ufff menudo texto... la verdad es que me ha encantado... todos esos sentimientos que tienes guardados y reservados, esas sensaciones, esas emociones...¡Enhorabuena por saber expresalo!

Anónimo dijo...

... ... ... ¿qué puedo decir? Estoy totalmente de acuerdo con todo, en especial con la parte que me toca, pero te digo una cosa: nadie puede calentarse con fuegos pasados, atrde o temprano acabn apagándose, aunque eso no es malo. Resguárdate en tu hoguera hasta que seas capaz de apagarlo por ti misma, pero guarda sus cenizas en un botecito de cristal para no olvidarte de ese fuego. Tranquila porque hay una cerilla por ahí que trairá tal vendaval a tu vida que apagará el fuego que ahora proteges y prenderá tu corazón. Esa cerillita que ahora no ves por ninguna parte, será capaz de mantener ese fuego y cuidarlo día a día. Palabra de una ex-observadora de fuegos pasados.

Anónimo dijo...

Guapa, inteligente y con gran capacidad para sentir: no eres real. Pero.........por si acaso existieses ¿te quieres casar conmigo?

Anónimo dijo...

Se que leyendo este blog, muchos pensareis que no es posible que exista una persona así,que debe de ser producto de mi imaginación...Yo os aseguro de que Eva es real y que tan sólo muestra el 10% de lo especial y maravillosa que puede llegar a ser.

Un besazo bixo! ^^,

Anónimo dijo...

Muchas gracias por los comentarios! sólo con leerles ya me quedo sonriendo para todo el día!

Anónimo dijo...

Madre mia, parece que lo estaba viviendo según lo leía. desde luego escribes y te espresas genial.Enhorabuena

ninfa_en_raticulí dijo...

Estaba segura de que eres una gran escritora,pero ésta vez estás rompiendo los moldes.Sabes?Yo siempre he pensado que hay alguien en la vida de cada persona que marca un antes y un después,el clavo más grande de tu vida,y que por muchos clavos que después logren atravesar tu corazón nunca lo harán con la misma profundidad que aquel que te demostró que la vida está llena de sensaciones imposibles de entender y que la felicidad no es un estado de ánimo,a su lado es una filosofía de vida.Para ti fueron esos "ojos negros" y su magia y su calor vivirán en ti para siempre,en ti está cómo quieras afrontarlo, con un "te extraño" o con un "gracias". SAXT.

Anónimo dijo...

Biggy, siempre tienes las palabras clave para los momentos oportunos y por eso eres única. Tienes razón y elijo el "gracias", porque aquñi tengo muchas cosas buenas que requieren toda mi atención, entre ellas tú.
Ya sabes, SAXT!!

Anónimo dijo...

Ante tanta mediocridad, resulta tremendamente agradable encontrar personas con esa capacidad de expresión. Personas que traspasando, incluso, los límites de su propia intimidad, son capaces de compartir sentimentos y hacer felices, al menos por momentos, a otras.

Por todo ello, agradecido y ánimos para la continuidad.

P.D.: Si acaso, un pero, o mejor, una sugerencia: podrías utilizar un color de letras mas agradable a la lectura?

Anónimo dijo...

pacodecai, gracias a ti porque comprender los textos y respetar todo lo que cuento en ellos. Es fácil dar mucho de ti si encuentras una respuesta positiva en los demás.
Y sé que tienes toda la razón en cuanto a lo de las letras. Trataré de usar colores más claritos para que nadie se deje los ojos en el intento de leer el blog!!